Con menos de 3 mil pesos, un joven puede conseguir marihuana para armarse un “porro”. La droga la obtiene a pocas cuadras de su colegio, para luego fumársela con total tranquilidad en un parque de su barrio, ya sea solo o con amigos.
Esta situación ha puesto en alerta a los directivos de la sede San Juan Bosco de la Institución Educativa Nuestra Señora del Fátima de Magangué y a los diferentes líderes comunales de esa localidad, quienes admitieron que esa problemática es ampliamente conocida por las autoridades.
Según Wilfry Serrano Cárcamo, alrededor de ese plantel no sólo venden alucinógenos, también hay estudiantes que fuman y consumen.
¿Cómo operan?
Este medio investigó en otros barrios de la ciudad, y según sus habitantes, muchos colegios están cercados por expendios de droga. Alrededor de los centros educativos hay casas o puestos móviles donde los jíbaros se ‘ponchan’ a ofrecer bazuco, marihuana y cocaína.
La operación es sencilla, un expendedor se encarga de determinada zona por varias semanas, con el objetivo de ser identificado fácilmente por los estudiantes que compran los alucinógenos.
El vendedor suele ubicarse en determinado punto cerca al plantel. Por lo general opera desde una vivienda, con el propósito de escapar de la vista de los educadores. El negocio suele realizarse a la hora de la salida.
Causa de retiros
Con cierta desazón, un docente que solicitó reserva de su nombre por seguridad, cuenta que por lo menos 15 estudiantes se retiran anualmente del colegio por adicción a las drogas.
Y es que muchos de esos alumnos, en gran parte jóvenes entre los 15 y 17 años, dejan los cuadernos para vender estupefacientes o hasta incluso ganar dinero fácil como sicarios de alguna organización.
Piden muro de cerramiento
El líder comunal solicitó a la Administración Municipal invertir en la construcción de un muro de cerramiento alrededor de la sede educativa, como solución a esa problemática que está afectando a los estudiantes.
Sin embargo, algunos expertos consideran que ese muro se convertiría en un “pañito de agua tibia”, y lo único que lograría, es que los jíbaros vendan la droga en la salida en los alrededores del colegio.
“Sé que no es una solución definitiva, pero ayudaría en algo. Así que es más importante el apoyo constante de la Policía Nacional y de la Secretaría de Educación”, acotó Serrano Cárcamo.
Negocio rentable
Un funcionario de la Fiscalía con sede en Magangué le contó a este medio que los vendedores de drogas que se ubican fuera de los colegios no cargan cada uno más de la dosis mínima que la ley colombiana permite.
Según el investigador, el negocio es tan rentable que un expendio de drogas puede dejar más de un millón de pesos diarios, 30 millones al mes y 360 millones de pesos al año.
Lo que dice el Secretario de Educación
Este medio consultó al secretario de Educación, Óscar Menco Castro, quien manifestó con preocupación que el microtráfico es uno de los delitos más comunes en Magangué y el que genera más capturas.
“Desarrollaremos unas reuniones de carácter urgente con la Policía para buscar una solución definitiva, no sólo en San Juan Bosco, también en otros barrios de la ciudad. El objetivo es acabar con el expendio de drogas en los colegios”, acotó el funcionario.