Por: Omar Cuello Romero
Se cumplen en el municipio de San Jacinto, Bolívar, las honras fúnebres del reconocido maestro de las sabanas de Bolívar, Adolfo Pacheco Anillo, considerado uno de los más grandes juglares del Caribe colombiano y Colombia.
Oriundo de la tierra de la gaita y la hamaca, el maestro Pacheco Anillo, dejó un legado inmortal a través de sus bellas composiciones, brillando como clásicos, entre otras, La Hamaca Grande, Mercedes, el mochuelo, el tropezón y Me Rindo Majestad, entre otros clásicos ancestrales del vallenato sabanero de Colombia.
A sus 82 años, el maestro Adolfo Pacheco partió a la eternidad para engrosar la orquesta celestial, junto a otros juglares costeños que se hicieron inmortales con sus creaciones musicales.
Hoy, el folclor llora a uno de sus más importantes valores, considerado como el último juglar de los Montes de María y la Costa Caribe. El maestro fue sepultado en su tierra natal San Jacinto, Bolívar, en medio de homenajes y concierto musical, acompañado de todo el repertorio musical de su autoría interpretado por sus colegas músicos y compositores.
Se fue una leyenda del folclor colombiano, pero deja para las generaciones de muchos tiempos un legado cultural difícil de superar y borrar de la memoria colectiva.
Se recuerda que el maestro Adolfo Pacheco Anillo visitó en reiteradas oportunidades a Magangué, tres veces en el marco del Encuentro de Compositores Costeños, y en fiestas sociales y parrandas de sus amigos en esta tierra. Paz en su tumba.
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