Dentro de la variadas propuestas de reforma política por acto legislativo, el Congreso intentó alargar el período o introducir o establecer la reelección de alcaldes y gobernadores, se dijo que buscaban la simpatía de los mandatarios en esos entes territoriales que estaban ad portas de terminar el período en diciembre de 2019 para con carantoñas atraerlos.
Pero este coqueteo no prosperó. Ese intento también se hizo en el año 2006 y fracasó.
Colombia ha tenido períodos de 4 años, de 2 años, de 5 años y hasta la pretensión de 10 años como lo adelantó Rafael Reyes. Y como quiera que la reelección era permitida con uno o más mandatos de por medio.
López Pumarejo lo logró y Carlos LLeras y López Michelsen lo pretendieron. Pero en el 2006 la aprobación de la reelección inmediata vino a reversar la prohibición de la Constitución de 1991 y dos presidentes se quedaron 8 años cada uno: Uribe Vélez y Juan Manuel Santos.
En el año 2015 dentro de la segunda legislatura de la reforma titulada equilibrio de poderes se aprobó la no reelección inmediata e incluso con posterioridad, o sea, no reelección definitiva.
En América Latina la fiebre reeleccionista se tomó varios países, reformaron las constituciones y se dieron pugilatos y enrevesados encuentros a través de varios mecanismos jurídicos que llevaron incluso a golpes de Estado como en Honduras (2009) para que no lo lograra Mel Zelaya.
Otros lo hicieron e incubaron gérmenes de autoritarismo o corrupción tanto en la derecha como la izquierda. Lo que demuestra que demasiado poder, corrompe.
La reelección desequilibra las tres ramas del poder público y se pierden los controles.