DEVOCIÓN DE UN PUEBLO
Una vez más, este 2 de febrero, se celebró la fiesta de la Virgen de la Candelaria, la cual resume la devoción, el apego, la veneración y el entusiasmo de la religiosidad de un pueblo, en donde se refleja nuestra historia religiosa, cultural y social. Es la patrona de los verdaderos magangueleños que por varios siglos han conservados este espacio, con amor y sentido de pertenencias a sus creencias, se enmarca en ella el fervor de sus seguidores en las peregrinaciones de las procesiones que cada día son más nutridas, a donde llegan los devotos de las diferentes regiones, implorándoles salud y bienestar social para toda la familia.
La virgencita morena, madre de luz y esperanza, protectora de los más pobres y necesitados, los de devotos le pidieron que se haga respetar la dignidad de la vida humana, que los jóvenes aumenten su autoestima, que las urgencias sociales físicas y culturales sean atendidas, que ilumine a este pueblo con la vela que llevas en las manos para un mejor bienestar social cristalino para sus habitantes.
Los encantos, atracciones y fascinaciones atractivas que tiene la fiesta de la Virgen de la Candelaria, pero, ante todo, ratificar la fe de un pueblo católico asentado a orillas del rio Magdalena sigue intacta, desde el siglo 18, y la distancia de sus devotos no es obstáculo para que estén presente en ella, y que Magangué siga siendo ejemplo de comunión cristiana, de amabilidad y ternura de sus gentes
Lo atávicos generacionales de una comunidad se afirman, sobre la inexorable latitud del tiempo, en las costumbres humanas y sociales de su historia cotidiana. Los eventos festivos, culturales y sociales, Feria ganadera y equina, primer festival del Bocachico, que se llevaron a cabo fueron motivos de emoción y de encuentro donde los corazones que hunden la savia viva de su sangre en la historia humilde y sencilla de este pueblo, se unen en un solo latido de exaltación compartida.
Cronológicamente, la devoción popular de esta comunidad ha trasladado su sentir social de generación en generación, haciendo puntos de unión entre todos sus habitantes, donde se abrazan en un solo sentir sin distinción de ideas, pensamientos, relaciones e incluso creencias y actitudes religiosas.
Todos los magangueleños de dentro y fuera del municipio, se siente unidos por ese lazo de pasión generacional entorno a la sencilla pero histórica imagen de su patrona. La participación emocionada en los actos religiosos, la unión alegre y afectiva en el recorrido procesional, en las canciones de sus salves, en la proclamación de las mandas a la virgen, son ejemplos de una devoción de un pueblo que fructifica afectos en los corazones y, en las miradas de los habitantes, que sabe transformar la raíz emotiva de su historia en abrazos colectivos y reconciliadores. Una devoción libre, sin impedimentos, sin oscuridad ni pavor, una devoción basada en la esperanza de un pueblo que se une para mirar en una sola dirección, allá donde la contemplación se humedece de frenesí y de alegría, la entrañable y adorada imagen de la virgen de la Candelaria en la catedral de Magangué.