La sola intención de tratar de aplicarle el IVA a todos los alimentos básicos de la canasta familiar, fue el preludio para que lenta y paulatinamente la idea del gobierno Duque comenzara a morir lentamente, hasta el miércoles anterior cuando en horas de la tarde murió ante la mirada impotente del ministro Carrasquilla y el mismo gobierno nacional.
Sin lugar a dudas aplicar más impuestos en un país que está lleno de ellos, nunca es popular. Pero si a eso se le añada que hacerlo con un Congreso no aceitado, a menos de un año de unas elecciones regionales en la que muchos congresistas se juegan el pellejo, y con la popularidad en duda, es casi imposible.
Además, hay que agregar que grandes entidades que se dedican a hacer análisis económicos y financieros en el país como Bloomberg y Fedesarrollo se pronunciaron en el sentido que dicha propuesta era negativa ya que podía disparar los índices inflación en nuestro país.
Así, poco a poco se fue esfumando la esperanza del gobierno de recaudar los catorce billones de pesos en los que se encuentra desfinanciado el presupuesto para el año 2019, según las cifras del mismo gobierno que tampoco han sido validadas.
Sin esos recursos provenientes del IVA a los más productos de la canasta familiar, la reforma tributaria solo tendría asegurados 3,4 de los 14 billones, según los cálculos del Gobierno, lo que significa que ahora tiene que conseguir reemplazos que sí puedan salir adelante en el Congreso o aceptar la derrota de no haber logrado tapar parte del hueco.
Pero más allá que se necesiten los recursos, la decisión de no aplicarle el IVA a la canasta familiar, es una derrota para el Gobierno porque Duque se jugó parte de su capital político en la reforma.
Tanto así que la estruendosa caída en la imagen del presidente Duque, se le achaca a la impopular propuesta por la que se jugó todo el gobierno nacional que hoy ha perdido la confianza y la credibilidad del pueblo colombiano.
No hay que olvidar que el Presidente Duque criticó el IVA a la canasta familiar en la reforma tributaria de Santos de 2016; en campaña recordó su oposición al aumento del IVA del 16 al 19 por ciento en esa misma reforma; prometió bajar el IVA; y entre sus eslóganes estuvo “Menos impuestos, más salario mínimo para un país solidario”.
Hoy a menos que se diga otra cosa, esta es una derrota que estaba anunciada, en el punto de quiebre de un Gobierno que arrancó sin bandera y sin luna de miel y que por lo que se avizora en la distancia, no le será fácil corregir su rumbo.