Este 21 y 22 de Noviembre, una vez más, Cascajal se engalana religiosa y culturalmente para brindarles homenajes a sus patrones, la Virgen del Perpetuo Socorro y Jesús de Nazareno, es mas de un siglo que lleva celebrando esta fiesta, desde aquel 21 de Noviembre de 1877 , cuando el padre Peredo de Sincé obsequio a la comunidad Cascajalera la Virgen, día, según el calendario litúrgico del santoral de la iglesia Católica de la Presentación de la Santísima Virgen, después en 1879 de Mompox trajeron a Jesús de Nazareno y le asignaron el 22 de Noviembre..
La devoción a Jesús Nazareno y a la Virgen está vinculada a la Pasión, simbolizada a la imagen de Jesús con la cruz a cuestas. Precisamente se dice: “a Jesucristo adoremos con tierno corazón, las caídas contemplamos, del Señor en su pasión”.
Sus habitantes y los de la región asisten para refrendar su fe a la bella histórica imagen de Jesús y la Virgen, las misas que se celebran y las procesiones es una peregrinación en donde se palpa la inquebrantable devoción y fe a sus patrones, como si se viviera aquel 2 de Abril del año 30 cuando Jesús entró a Jerusalén.
Los atractivos que tiene la fiesta patronal de Jesús Nazareno, pero ante todo de dar a conocer que la fe de un pueblo católico asentado en esta región rodeada por ciénagas sigue intacta ya que la distancia de sus devotos no es obstáculo para que estén presente en ella, y que Cascajal siga siendo ejemplo de comunión cristiana.
Las raíces generacionales de una comunidad se afirman, sobre la inexorable latitud del tiempo, en las costumbres humanas y sociales de su historia cotidiana. Los acontecimientos festivos, culturales y sociales que cada año se llevan a cabo son motivos de emoción y de encuentro donde los corazones que hunden la savia viva de su sangre en la historia humilde y sencilla de este pueblo, se unen en un solo latido de exaltación compartida.
Históricamente, la religiosidad popular de esta comunidad ha trasladado su sentir social de generación en generación haciendo puntos de unión entre todos sus habitantes, donde se abrazan en un solo sentir sin distinción de ideas, pensamientos, relaciones e incluso creencias y actitudes religiosas.
Uno de estos motivos de encuentro en Cascajal, pueblo de paz y ternura, es la festividad religiosa. Todos los cascajaleros de dentro y fuera del pueblo, se siente unidos por ese lazo de pasión generacional entorno a la sencilla pero histórica imagen de sus patronos. La participación emocionada en los actos religiosos, la unión alegre y afectiva en el recorrido procesional, en las canciones de sus salves, en la proclamación de las loas y mandas al santo Jesús, son ejemplos de una religiosidad popular que fructifica afectos en los corazones y, en las miradas de los habitantes de un pueblo que sabe transformar la raíz emotiva de su historia en abrazos colectivos y reconciliadores. Una religiosidad sin cadenas, sin ataduras, libre de penumbras y de temores, una religiosidad basada en la esperanza de un pueblo que se une para mirar en una sola dirección, allá donde la contemplación se humedece de frenesí y de alegría, la entrañable y querida imagen de Jesús de Nazareno