En todas las ciudades, la movilidad tiene puntos difíciles de controlar debido a la cantidad de vehículos circulando, esta se ha convertido en un verdadero reto para las administraciones. No solo en nuestra Magangué.
A nivel nacional las motocicletas han tenido gran aceptación por parte de la ciudadanía, ya que es un vehículo versátil y económico que se adapta a todas las topografías y, sobre todo, algo muy importante, al bolsillo de los usuarios.
El problema consiste en la cultura de conducir, e irrespetando las normas de tránsito. Las altas velocidades en que se desplazan las motos, han conllevado a destruir y acabar con sueños de inocentes, que nada tiene que ver con la irresponsabilidad de quienes conducen. ¿Cuántos accidentes no se dan a diario en este bello puerto y cuantos han perdido la vida? Tenemos el caso del empleado de la rama judicial que unos jóvenes desadaptados e imprudentes, lo atropellaron la semana pasada, destruyendo el sueño de una familia, y no pasa nada.
Vemos horrorizados que, por una mala decisión a la hora de hacer un cruce indebido, adelantar en una curva, no respetar las señales de tránsito, se pierden vidas humanas que por ganar un poco de tiempo son irreparables. En nuestra ciudad es realmente impresionante la cantidad de motos que transitan por nuestras calles, solo basta esperar el paso del semáforo en los cruces y mirar cuántos de estos vehículos se represan en tan solo 30 segundos o menos.
Es así como por imprudencia no solo de los conductores de motos sino también por los demás con quienes se comparte la movilidad, diariamente se reportan accidentes que involucran a todo tipo de vehículos, accidentes que pueden ser prevenidos por los mismos conductores acatando las más simples normas de seguridad en tránsito.
Debemos generar conciencia de seguridad con nuestros familiares, círculos de amigos, compañeros de trabajo, para que reglas como el uso obligatorio del casco, el transitar por la derecha, no pasarse el semáforo en rojo, no conducir en estado de embriaguez, etc, leyes básicas que salvan vidas y que muchas veces por física pereza dejamos de obedecer poniendo en riesgo no solo la vida del conductor sino de los acompañantes.
Como sociedad, debemos rechazar el exceso de velocidad, y reprochar a quien lo haga o felicitar a quien conduzca responsablemente. Todavía, en nuestro entendimiento social, manejar bien equivale a manejar rápido, aun volándonos todos los límites; cuando manejar bien es más bien llegar al destino seguro y tranquilo porque en la casa nos espera la familia.