La inspección técnica del cadáver de Leonardo Medina Arrieta, conocido como Liopa, la ejecutó el CTI de la Fiscalía que, a su vez, en aras de la transparencia, asumió la investigación del caso. Derecha, al sicario cuando lo montaron en una ambulancia y la gente lo trató de rematar, pero la policía lo impidió.
El que a bala mata a bala muere. Parodiando un viejo refrán popular, eso fue lo que sufrió un sicario después de acribillar a Leonardo Medina Arrieta, conocido como Liopa, de 41 años.
Cuentan testigos que a eso de las 10:00 de la noche del miércoles, Liopa caminaba tranquilo entre las calles 17 y 18 con carrera 6 del barrio El Progreso. Estaba a unos pocos metros del cementerio ignorando que pronto pasaría a ser uno de sus habitantes. De repente, dos motorizados lo sorprendieron por la espalda y, según testigos, el parrillero usó una pistola nueve milímetros con la que impactó unos diez proyectiles en la cabeza de Liopa. Según el coronel Luis Vallejo Gustín, comandante de la Policía de Sucre, al escuchar las detonaciones una patrulla motorizada del cuadrante con dos policías llegó de inmediato a la escena. Los uniformados se encontraron de frente con los dos sicarios que trataban de escapar.
Una dosis de su medicina
Testigos revelaron que el presunto matón de Liopa les disparó a los policías y allí se dio un cruce de tiros en el que los uniformados salieron bien librados y el sicario recibió un balazo en la cabeza y otro en el pecho que lo dejó moribundo en la entrada de la calle Nueva York. Los vecinos aseguran que al verse vencido, el cómplice del presunto sicario tiró la moto en la que se movilizaban y escapó a pie por los alrededores del cementerio.
Aunque la policía implementó un plan candado para detenerlo, aún lo buscan hasta en los hospitales porque creen que pudo quedar herido. El tronar de los disparos alteró la paz que a esa hora reinaba en el barrio El Progreso. La gente salió en masa a presenciar lo que pasaba. La policía acordonó la escena en la que Liopa yacía muerto, bocabajo y con una gorra que a simple vista impedía reconocerlo. Una ambulancia arribó para sacar al presunto sicario que parecía muerto, pero que cuando lo montaron en la camilla aún se movía.
Liopa, víctima de sicariato, tenía antecedentes por porte ilegal de armas, lesiones personales y hurto, reveló el coronel Vallejo.
Cuentan que la turba trató de rematar al presunto sicario, pero la policía en un santiamén le cerró las puertas de la ambulancia y lo impidió. La rabia de la multitud se reflejó en las latas de la ambulancia que trataron de dañar. A las 11:00 p. m. lo ingresaron como N.N a la clínica Santa María de Sincelejo.
A la 1:00 a. m. del jueves los médicos decretaron su deceso.
Anoche, el director de Medicina Legal, Wilson Uribe, reveló su identidad. Se trataba de Cristian Agustín Morelo.
La policía cree que habría sido contratado por el Clan del Golfo.