Como muy bien lo dicen algunos versados en la materia, la política es voluble e impredecible.
Como un niño travieso no se está quieta ni un solo momento y mucho más ahora cuando nos encontramos a las puertas del proceso electoral, en el que los colombianos elegiremos a nuestros próximos gobernadores, alcaldes, diputados, concejales e integrantes de las juntas administradoras locales.
Esto será el 27 de octubre, pero mientras corre el calendario electoral (las inscripciones serán hasta el 27 de julio o sea que hoy quedan 19 días), las actividades proselitistas están que arden y es así como candidatos e integrantes de sus campañas, tampoco se quedan quietos y andan de reunión en reunión en busca de apoyos y alianzas.
En esto de las alianzas hay que decir que este trajín político hace que enemigos irreconciliables, muchos de los cuales habían jurado no volverse a hablar en sus vidas y quienes cuando se veían se torcían los ojos y se mentaban la madre mentalmente, estén haciendo causa común. Para ello, hicieron el propósito de olvidarse mutuamente de todas las “falseadas” que se pegaron y ahora, como se dice de manera popular, andan de ‘pipi cogido’ como si hubieran sido los mejores ‘amiguis’ de toda la vida y no dos personas que no se podían ver ni en fotografía.
Pero eso tiene de bueno la política, enternece los corazones, hace olvidar los agravios y reanuda amistades y relaciones pérdidas, precisamente por esas actividades proselitistas que hoy tienen al departamento de Bolívar, convertido en una caldera con cantidades de candidatos y miles de seguidores.
Lo cierto es que sabemos de muy buena tinta que esos movimientos políticos de los que estamos haciendo referencia, darán lugar a que luego del 27 de julio, que es cuando comienzan las verdaderas campañas, se produzcan sorpresas, algunas de las cuales nos atrevemos a anticipar, serán de gran envergadura.
Pero, bueno, la política y el fútbol se parecen mucho puesto que deparan múltiples emociones, pero sobre todo en que algunos de los resultados, como los de los partidos de fútbol son impredecibles. Y, allí, no nos metamos mentiras, radica su encanto.