Casi como un ruego, la Corte Constitucional en más de seis sentencias desde el año 1997, le ha pedido al Congreso de la República que profiera la ley que regule el derecho a morir dignamente, bajo la modalidad de eutanasia. Pero el legislativo ha sido esquivo, tal vez mezquino con quienes imploran que se les aplique ese método, para evitar intensos sufrimientos.
Por fin ha llegado la hora en que se va a analizar por el Congreso este procedimiento, que si bien está normatizado a través de resoluciones que el exministro de Salud Alejandro Gaviria dejó configurados en el andamiaje normativo del sector salud, aún no tiene una ley que respalde el mismo, lo que ha implicado que algunos médicos se abstengan o eviten proceder en beneficio de la dignidad humana, del bel morir.
Me refiero al proyecto de ley que se radicó en pasados días para legislar sobre la eutanasia, que incluye a menores de edad, siguiendo los parámetros de la Corte Constitucional, que en sentencias anteriores había emitido ya su juicio y que el Ministerio de Salud logró establecer en sus procedimientos.
Así como se prepara el nacimiento, se hacen prolegómenos para ello, así debe ser para la muerte (que es un complemento de la vida). Se debe tener una preparación, y cuando existe un insoportable sufrimiento que involucra a familiares y amigos, qué mejor manera que una terminación de la existencia dignamente, sin “encarnizamientos terapeúticos” que impliquen mayor dolor y hastío a la vida, por quienes piden que se les deje morir dignamente.