Una situación que se repite día a día, centenares de bultos de cascarilla de arroz son depositados en humedales del municipio de Magangué, ante la mirada permisiva de las autoridades.
Este es precisamente el problema que preocupa a los habitantes del barrio Belisario, más allá de la inseguridad y de la desnutrición que padecen los menores de edad. En los alrededores de la Ciénaga de Rabón, varias personas se dedican a almacenar ese producto y a venderlo a conductores de vehículos pesados.
Según la Corporación Autónoma Regional del Sur de Bolívar (CSB), la quema a cielo abierto de la cascarilla de arroz produce contaminación atmosférica, lo cual afecta al ser humano, pero el contacto con los cuerpos cenagosos genera graves problemas ambientales.
Fuertes controles
Frente a esta situación, el Subdirector de Gestión Ambiental de la CSB, Salim Badrán Dovale, aseguró que la entidad hará seguimiento a los planes de mejoramiento ambiental que presentaron las diferentes arroceras y molinos que operan en el municipio.
“Adicional a estos controles, inspeccionaremos los sectores donde almacenan ilegalmente este subproducto del arroz, en compañía de la Procuradora Agraria y la Policía Ambiental y Ecológica”, precisó Badrán Dovale.
Competencia de las autoridades
En cuanto a las ventas ilegales de las cascarilla de arroz en el barrio Belisario, la entidad ambiental asegura que los operativos debe realizarlos la Administración Municipal y la Policía.